Un hotel encantador con tan solo 7 habitaciones, únicas y diferentes cada una de ellas. Volver a este hotel es como vivir una nueva experiencia. El trato del personal, especialmente de Guillem te hacen sentirte como invitados en su propia casa. Todo el hotel está lleno de detalles, tanto en la decoración como en el jardín, piscina e incluso el desayuno, que por cierto es muy bueno y completo.
La paz y calma que se respira se contagia desde el momento que se cruza la puerta.
El hotel es un lujo a un precio más que asequible y con una piscina espectacular