He tenido una experiencia singular, ya que es la primera ocasión en la que he visitado una antigua, pero totalmente adecuada, casa de un Embajador.
La casa respira solera , encanto y transmite su rica historia a través de fotos, muebles, biblioteca, bodega, jardín, cafetería y restaurante.
Es ideal para disfrutar de paz y descanso.
Está situada en la Villa de Medinaceli, una ciudad histórica que conserva monumentos del tiempo de los romanos..
La atención al cliente, ha sido exquisita, y los desayunos, espectaculares por el precio de 15€ .
Sin duda la recomendaré a mis amigos